El Cielo Que Habito

Que la vida iba en serio era algo que aprendí con el tiempo. No muy tarde por entonces supe que el amor es efímero, fútil y quebradizo y por ende; necesario a la existencia. Que aporta límite, sentido y deseo dentro del caos que nos habita. A la hora de dormir el hombre olvida sus actos cotidianos: un silencio profundo lo adormece en la cómoda ponzoña del sueño. Cada noche esa persistente dualidad es el eco que me embriaga con presagios inconfesables. ¿Cómo ser yo y los demás a un tiempo, cómo despojar cada noche mi ser si me sumerjo en ti: alma mía, duda mía y carne aterida; aurora de mi promesa? Al día siguiente, al despertar en perfecta rutina al son del cepillo de dientes, el jabón y el sonido de la cafetera: ducha rápida y música clásica; todo se recompone de nuevo en extraño ditirambo de rutina. Todos los días en todas las ciudades se levantan los muertos de sus féretros y se visten con los trajes fabricados a medida (es el arte del matutino disimulo). Soportamos renuncias, si...