RECTO VERSO | NOVIEMBRE y DICIEMBRE 2018

¿Recordáis los ahogados de la noche? —No—, respondí. Un cielo de estrellas les espera, hasta cierto tiempo diría... Trémulo el humo, inquieta la noche se desgrana. Tengo ganas de saber el nombre de aquel que me querrá. ¿Os acordáis de los ahogados de la noche? —No—, insistí. Soñé abrazado a la más terrible de las pesadillas: Yo era un ser inexistente, no nacido y sin embargo oscilaba entre las bóvedas del ámbar y los muslos de aquel taxista que me llevó a casa. Ignorabais cómo los versos destilaban pureza mientras que los oboes del silencio cantaban bajo la trémula noche del espanto. Seco y sonoro, se oyó caer la noche como una soledad hecha presa del alba: una voz, un deseo; un alma ahogada los abraza. —Eso soy o no seré—, pensé. ¡No y mil veces no!; se abrió el alba y unos pocos despojos de tu desesperación  quedaron en aquel bar. Tú, esperabas un poema docto  que resolviera tu condición de humano; yo esperaba que algún humano me amara. De re...

A veces y sólo a veces, un ángel visita mi casa. Ellos nunca saben que les debo la dicha: la dicha de ser otro, distinto a veces... Sí, un ángel visitó mi cama. Son entonces tiernos sus pasos que al hálito de mi pasión enloquecen. El miedo me tienta entonces y susurra a mis espaldas: “ Sus alas de pluma son un deseo de dioses ”. El amor, como la pasión en su fronda, adolece de hermosura sino es compartida; compartida con ellos que son el mismísimo amor. Ensombrecen, adolecen, aman y fenecen. Lo saben: son del mar y regresan a la manada.