COPERNICUS (nuevo)

De tu voz un reflejo me llega. Luz que es búsqueda y queja, mas parezca sonrisa improbable; efecto de un caucásico encanto. De su luz, que es suerte no menos que esperanza: camino aunque atajo insondable, cruce de suertes y senda de esta razón, apareces tú; indemne en un espanto de pura causalidad, o quizás de mera ensoñación. Allí estabas. Ahuyentabas la soledad de la noche como las moscas del baño revolotean el mal olor. En la elipse sin estrella que somos, alguien nos sonríe y su luz nos quema el alma, limpiando todo rincón con destreza inusitada. Paradoja que no cesa en su asombro. ¡Qué las estrellas se hicieron para dar luz, y sombra también, a las almas! Qué aquello que llamamos “ los demás ” es un “ nosotros ”. Dormir un sueño de generaciones no es más que el destino huidizo de hombres que buscan su sombra entre las sombras, y olvidan el alma entre escombros y oprobio. ¡Es un ardid! Lo dicen tu ojos de nórdic...