Reflexiones Para Antes de Navidad


Dejad que escriba en los ojos de Dios este poema. Dicen que Dios ha muerto: -Si no muerto, ciego debe permanecer- A buen seguro Dios nos confunde con una hormiga, o con la agonía más perfecta, con el cincel de su fortuna o quizás; con su obra inacabada. Él nos vigila especialmente en Navidad ya que gusta cruelmente de su reiteración. Ese Dios, semita y antisemita, ortodoxo o budista, anticatólico seguramente… Dios de los casinos, las tabernas y las ciudades de la crisis y los medios Visa televisados. Dios que un buen día nos dejó papel y bolígrafo para que escribiéramos nuestra propia carta de despedida, nuestro singular epitafio... (Siento ser cenizo estos días)

Dios se emancipó de los almanaques, los mapas y las bibliotecas, se adormeció en las iglesias; y hoy tan sólo permanece como acto simbólico en los corazones de algunos -aquellos que llaman fe a ese impulso- Con Dios o sin Él, algo divino y definitivo flota en esta atmósfera navideña. Algo que remite a lo trascendente, a algo superior quizás y que me aboca hacia mi propia egolatría. Palabra tosca y sucia por su inutilidad. He colgado el alma en los campanarios de mi ciudad. He regalado mi fe a los mendigos en sus esquinas; he rogado al infinito por un final distinto y, sobre todo, por un futuro mejor para todos (y no tan sólo para unos pocos)

Nadie lo constata, todavía es pronto y además; todos saben que los medios del cielo andan plagados de promesas estos días… Quizás sea mejor ir al “Shopping”, allí en los grandes almacenes, catedrales de nuestros días, a que nos den la unción hecha tarjeta de crédito e ilusión envuelta en papel de lucecitas. Regalar, regalar… Comprar para regalar: -¿Pero si lo que debiera ser regalado no puede ser comprado?- Da igual, el disimulo de los semáforos y las vitrinas frías, llamadas escaparates; permiten tales excesos. Los niños hunden sus naricitas frías en los vidrios de mi ciudad, los escaparates donde les venden la ilusión recompensada… la ilusión materializada, en definitiva; una ínfima expresión de la felicidad al uso.

Los niñitos… ¡Qué crueles somos con ellos! Somos culpables por venderles un mundo que no les reconocerá y tristemente abocados al "mito" de los Reyes Magos, consolas electrónicas y los “Interface” Esos son nuestros hijos, nuestras hijas, nuestros sobrinos. Niños del mundo en Occidente, declive de nuestra propia historia y sociedad ansiosa e indecisa; por tanto. Urge combatir el desencanto a golpe de Visa o MasterCard, todo eso urge...

Dios, pasó junto a mí el otro día, le vi más viejo que de costumbre. Rompía a llorar sin tregua y lo peor, sin promesa de redención. No me miró porque no me pudo ver entre tantas lágrimas; iba en busca de su propia vida.

-Él la llamaba, prójimo-

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