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Mostrando entradas de noviembre, 2017

LA CAÍDA DEL TIEMPO (Retrato De Un Civilizado), nuevo

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Caer del tiempo es ahondar en nuestro propio límite, vislumbrar nuestra propia oquedad, darnos cuenta al fin que nuestro errante vacío precisa a todas luces de un alma, un rastro: un alguien que lo nombre. Caer del tiempo es estar sentado en la orilla de un hábito, ver pasar la idiotez conjugada de maldad y no hacer nada. Es ir rompiendo los límites, no para conocerlos o superarlos, muy al contrario: para defendernos de ellos. Hemos caído del tiempo y no lo sabemos (o quizás sí) y a lo sumo, simplemente no nos importe: ¿por qué debería importarnos? Lamimos falsedad e indiferencia desde la cuna, lugar de nuestras ásperas generaciones. Aleccionados, condicionados y maldecidos por dioses verdaderos o inventados. Todo nos fue útil para nuestro propio desprecio. Caímos del tiempo por haberlo inventado mal. Sucios y corruptos arrastramos la existencia como los perros del hambre su miseria. Mendigamos verdades sin creer en el amor, sin amarnos y lo peor: sin necesitarlo ¡Qué p

NOCTURNIDADES (El Reino De Taifa)

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Trabajas en los trapecios de la noche y de la bruma. Se inquietan las estatuas que ven tu paso. Te envidian porque posees un alma, de nobleza y oscura soledad que a ellas falta. Te rozan los duendes y el flash de la memoria: doncellas sin flor, hombres sin corona. Todo tú, manifiesto eunuco en trifulcas,  bares y sesiones publicitarias.  Tomas las mil formas del deseo:  a manos llenas te llevas el alba.  “Hace mucho que sigo aquí”,  me susurras al oído. A tu llegada, ya en la ciudad secreta de Sforzinda,  de repente agotado y solo estás  ante tu particular Reino de Taifa.  Todos se intrigan al verte,  todos te rondan, te pretenden.  Vendes humo a tu paso, y el esfuerzo no te cuesta, ni te daña la nada. Mas luego, ileso y cansado te has ido, mientras se apagan los excesos,  se duermen los últimos borrachos, se abren los colmados  y el alba te roba todo el glamour. Como los pájaros cantas con voz prudente  y silbas, como sabiendo que la soledad no asust