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Mostrando entradas de diciembre, 2018

INFINITO PARTICULAR (Suite tercera), nuevo

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Nadie cruza tu sueño todavía, Nadie habita en tu espalda de amplios abrazos Nadie sino yo, templado, huidizo, constante. Y continúo mi viaje a través de ti y tú a través de mí, más allá del mar y la rutina. Los días que nos miran sonrientes. La muerte saca brillo a su guadaña, sabiendo que algún día, suyo será el triunfo. El amor infinito que te tengo se templa y se empaña en lágrimas, no menos que en alegrías. Infinito particular: ese que representas.          Tú eres, ese infinito mío, tan particular.

EL OPROBIO Y OTROS PLACERES, nuevo

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EL OPROBIO Y OTROS PLACERES Soy, un anfibio amanerado, un Decamerón con pluma y nardos. Me acicalo todos los días ante el espejo, y busco una entraña tierna donde retozar. Sí, he perdido mi tiempo en los sótanos más turbios, rondando las cabañas del oprobio confrontando lo ofensivo. —¡Cómo sino, os iba a regalar estos versos!— Destilo la sangre de lo que escribo. Tu ofensa no me llega porque   (contra toda programación), sigo siendo inocente, tierno, bello y un tanto arrogante. ¡Ya lo ves! La piedra lanzada no alcanzó mi tejado. Soy del mar, decadente, tozudo y núbil Es decir: todo lo que tú nunca serás…, imbécil.

INFINITO PARTICULAR (Suite segunda), nuevo

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La noche que tiembla en tu pecho, el sol que emana de entre tus muslos y tu voz, como susurro de ronco suspiro, arañan mis esperanzas y ofrece caprichos recientes a la memoria. Sé que un día tú te irás. Tú, mi infinito particular… Mi ladrón de tiempo, mi paño de lágrimas: la miel más deseada. Otra vez sólo…, pensaba en ti. Fortaleces todos mis resortes con el fulgor de tus promesas. Apenas pronuncias una palabra, y resumes en mí un mundo en un mundo de azares. Mientras, esperas que te crea, que juzgue tu destino, que devuelva mis promesas… En el amor nadie se salva, mas, todo se consume con empeño . Image de Luizo Vega

INFINITO PARTICULAR (Suite primera), nuevo

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Oigo tu voz como un remoto temblor y mi alma se templa cual pulso imposible, al vislumbrar la sobra de tu azar. Sólo tú, solamente en soledad viniste. Elocuente y siniestro, retuerces mi suerte de mero mortal con el ímpetu de tu misericordia: con tu ingenio y tu torpe idolatría. No persigas más ese tiempo: tibio, cruel, fugaz. Mas, no es en la vida donde se curten los sueños, sino en el mar de un amor, o en la isla sin tesoro de una aurora. Duele tu ausencia, aún cuando todavía no te has marchado. Cuando todavía, es demasiado pronto para olvidar. Cuando pensar duele, y sentir dignifica. Tú eres aquél que yo esperaba una tarde aciaga. Tú, infinito particular, sin tiempo y sin nombre. Apenas me nombras          y se quiebra mi luz.

YO NO ME ESCONDO (nuevo)

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Yo no me escondo de los días grises o las noches sin estrellas. No me escondo del miedo al amor, de besar y tocar, del miedo a entregar. El amor es sagrado y por ello, nos consagra a estar perdidamente enamorados. Enanos intelectuales no lo entienden. Tener miedo dignifica. Perder no es lo peor, lo peor es, no haber amado, no haber entregado quien fuimos y por ende: no saber qué dar la próxima vez que el amor visite el quicio de nuestra casa. Yo no me escondo debajo de una antigua fe. No guardo luto estricto al vacío. No mezclo el azar con el miedo. Solamente, dejar ir. Soltar: volver a amar. No me escondo del amor, del terror, del afán y los abrazos. De estrechar entre mis brazos mis peores pesadillas. No, hoy ya no me escondo