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Mostrando entradas de agosto, 2015

POEMA DESDE EL PARÁMETRO CERO

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Proseguid amigos en vuestro empeño, escribid sobre mi piel los poemas más agonizantes y trémulos, los más dolorosos también. Que la miasma del mudo emponzoñe vuestras cabezas. Yo no os seguiré, en esta rutina de espanto y miedo, pues ya construí mi Arca de Noé para el amor (ya tomé ese rumbo): guardé el mapa de la salvación segura el sueño de amar a quien no conozco todavía. Ya me atreví, otra vez, a reírme del mudo  (y vos del mío) Ahora que mi cama se ha llenado de peces y soledad y tú vives, tan sólo, dentro del cuadrilátero perfecto  de mi ordenador. Ahora, junto a la negra fosa que algún día me espera, quiero escribir tu nombre: d onde la lápida sea inexistente por no hallarse en tierra sagrada ("si vos no estás allá"); pues es la tumba que los ausentes reclaman. ... y mi propia tumba, mi propia muerte, será no verte: parámetro cero de esta suerte. foto: Luizo Vega texto: Santiago Calleja Arrabal

Ese Tironcito de Corbata (revisado)

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Viniste a llevarte el tiempo: -he traído mi pijama de rallas-, dijiste.  A batirte en duelo con la vida, con el Cuélebre y el Fauno, con el Grífo y el Basilisco; en intrincado misterio viniste. A juntar la sombra y el hálito de la pasión. A borrar mis días y beberte mis noches: a eso viniste, tú y los tuyos. Que no al amor en fronda, a regalar pasión y maravilla y dulces besos, también (a eso, no). A tenerte que marchar todos los días por la angosta estrofa de un poema, y al olor que luego dejan tus besos de loco enamorado (distraído todavía).  Y dijimos sí, que luego fue no y al final; era que sí.  A eso viniste, al sueño y al cerco. Al roce perfecto y fugaz y al deleite errante de mis días. Mas, cuando subido a mi espalda, pegado a mis pecados te derramas, un ruiseñor incendia el campo en llanto y los ángeles recogen todas las estrellas pues tú, las eclipsas con picarda. Camarada, ¡loco de la pasión!: ¿quien fuera alma tuya? ¿quién tu piel aterida?, para robart

NOCTURNIDADES (En el Reino de Taifa), revisado

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Trabajas en los trapecios de la noche y la bruma, se inquietan las estatuas que ven tu paso. Te envidian porque posees un alma de nobleza y oscura soledad q ue a ellas falta. Te rozan los duendes y el flash de la memoria, doncellas sin flor, hombres sin corona. Todo tú, manifiesto eunuco en trifulcas, bares y sesiones publicitarias; t omas las mil formas del deseo: a manos llenas te llevas el alba.  -Hace mucho que sigo aquí-, me susurras al oído. A tu llegada, ya en la ciudad secreta de Sforzinda,  de repente agotado y solo estás ante tu particular reino de Taifa.  Todos se intrigan al verte, todos te rondan, te pretenden.  Vendes humo a tu paso y el esfuerzo no te cuesta, ni te daña la nada. Mas luego ileso y cansado te has ido mientas se apagan los excesos, s e duermen los últimos borrachos, se abren los colmados; y el alba te roba todo glamour. Como los pájaros cantas con voz prudente y silbas como sabiendo que la soledad no asusta. Regresas a tu cuarto mud

UN POEMA NO TE SALVARÁ LA VIDA (revisado)

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Aviso: un poema no te salvará la vida Anónimo ¿Recordáis los ahogados de la noche? -No-, respondí. Un cielo de estrellas les espera.  (Hasta cierto tiempo yo diría...) Trémulo el humo, inquieta la noche se desgrana. Tengo ganas de saber el nombre de aquel  que me querrá. ¿Os acordáis de los ahogados de la noche? -No-, insistí. Soñé abrazado a la más terrible de las pesadillas: yo era un ser inexistente, no nacido, y sin embargo oscilaba entre las bóvedas del ámbar y los muslos de aquel taxista que me llevó a casa. ¿No os dabais cuenta cómo los versos destilaban pureza mientras que los oboes del silencio cantaban por la trémula noche del espanto?. Seco y sonoro: l a soledad pesa... Una voz, un deseo, un alma ahogada los abraza. -Eso soy o no seré-, pensé: ¡no y mil veces no!; se abrió el alba y unos pocos despojos de tu desesperación quedaban  en aquel bar. Tú, esperabas un poema docto  que resolviera tu condición humana;

BALADA DE LOS ABRAZOS

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Infeliz es la tierra que necesita héroes. Bertolt Brecht Quiero... que la brisa fresca de tu boca me inunde esta noche  o cualquier noche. Que el beso que perdí sea la prueba de un amor todavía por nacer. Que tu mirada me siga cada vez que me alejo de ti: me observe con dulzura cuando llegue y te bese en la nuca. Quiero... que el cielo que veo en tus ojos no se apague nunca que a la noche se le vaya la mano que pierda al fin, el miedo a volar entre tus brazos. Quiero... estrechar la distancia que nos templa borrar la edad que nos separa olvidar el ansia de los abrazos que no di: de puro miedo, de puro amor y respeto.    (¡Qué tonto soy todavía a mis años!) Quiero... el besar lento y pausado, con ansia comedida para luego, hacerme volcán entre tus brazos. Que el amor que tengo  sea muestra de este impúdico destino acurrucado. Me siento el hombre más feliz contigo, mirándote como te miro oyéndote como te oigo: sintiendo tu corazón incendiar mi abrazo.

EL GRAN ALBATROS (revisado)

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Que la luz quebrada de los días, en el devenir insomne de consecutivas ediciones de los tiempos (lleno de eones), sepa de esta pena que arrastro por ciudades de amianto.  No quiero caer y lo hago. Me levanto aquí lo mismo que allá de resbalo. Suelo de hielo... Hace tantos cuerpos que no me siento amado.  Despierto ansioso: nenúfares y rabiosos ventiladores me azotan y me roban un átomo de calma, y la pluma de mi alma impávida y turbia acaricia con tu nombre; el secreto de los días que se fueron.  ¿A dónde se fueron...? Ahora ya todo se sostiene con ladrillos de papel, con frases de viento y veneno. No me reconozco ni en los espejos mejor lustrados. Todo permanece sobre ladrillos de agua y viento,  otra vez, todo sobre mentiras forjadas. Leo a Bob T. Morrison: "Yo sé muy bien que en cada placer existe el dolor; y detrás de éste se esconde el gran albatros" . Mira al cielo: la libertad es un pájaro que se te escapa volando.