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Mostrando entradas de agosto, 2009

Barcelona: Voz en Off

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Comienzo, Cada hoja de este cuaderno Que abraza pensamientos Y olvida recuerdos… Explicar solamente Aquello por lo que soy yo mismo. Tan sólo el deseo de atender a lo que importa, Me conmueve. Vista, oído, voz o tacto, Un susurro junto a mi boca, Una palabra apenas pronunciada... La vida comienza cada día Por el mismo lugar. ¿Ojos que observan la vida, O la vida que existe para un sólo ojo Que observa? La ciudad, Nocturna y elegante Cansada ya de asfaltos Y pasos de vida… (Mi transeúnte intención sigue intacta) Me pareces aún más bella. Vestida con neones y semáforos, Coronada de multitudes que te desdicen. Tus calles, Apenas manchadas por el paso de ciudadanos y turistas. Vivimos dentro de ti Como se viven sin saberlo; los sueños… ! No sé cómo debo quererte ¡ Ciudad incendiada por el sol, Gastada por el uso de tus comercios Y el trasiego de lo cotidiano. Ni una plegaria por ti. Ni una canción precisas. Ni gratitud, ni ausencia. Sólo gritar tu nombre En cada esquina. Nosotros no te con

La Ecuación y el Hombre

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Del Ícaro de la infancia La perla que fue y hoy añoramos, La lengua de la mariposa moribunda, La caja con cromos repetidos, Los sábados de sol en la piscina Sentados al borde de momentos calurosos. Panorama mezclado en al memoria De una infancia llena de áspera ternura Se repite. Somos el resultado exacto Producto de nosotros mismos, No más. Sin acierto a veces, llenos de luz otras tantas. Frente el espejo cóncavo hecho pasado Hacemos el recuento a lo imposible. La memoria se encarga de elegir el rastro preferido Recreado y tenaz que nos maltrata. Un ángel pasó cercado por el son de sinuosas alas, De sabía confusión; De voces que traen y nombran quien fuimos Que juzgan y saben matar. Deja de llorar y cierra la morada. Sigues en tu brecha tenaz, otra vez sólo (mas no en soledad) Sin rumbo fijo preparas tu futuro para el nuevo hombre que eres.

Dádiva

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Cuando tengas un minuto Regálame un minuto de tu alma. Cuando una hora te sobre, Regálame la eternidad en tu mirada. Sin tiempo el amor no vale nada, Ni beso, Ni abrazo, Ni alma le reclaman. Mas cuando el tiempo te sobre Me lo dirán tus ojos Como espejos o crisoles de rítmica mirada. Nada vale más la pena que este esperar pausado, Sereno, Cansado, De amor dilatado. Falto de pasión talvez, Mas nunca ausente de esperanza. La libertad se dice de muchas maneras. El tiempo, como el amor en su fronda, Sólo sabe de esperas y aceras largas. ¿Caminas tú hacia el amor? - No, es él quien acude a mi llegada - Impuntual (como siempre), inesperado y por supuesto, Reclamando almas. Dejemos hablar al tiempo Deja que el amanecer te encuentre apenas dormido. Mi hombro junto a tu hombro. Nuestras miradas se igualan en el horizonte plomizo del deseo. Que tu aliento colme mi alma de callados secretos entonces. Antes del alba, cuando es tiempo de confesos secretos: - Te quiero - , me dijiste al oído. El amo

No es por Casualidad

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Para Amir... (verano 2011) No fue por casualidad que aquel día fuese fuego y calor de verano. A veces, el destino nos templa y nos prepara la cama para el azaroso rostro del amor. Tuve sed, entonces. Entré en aquel local impulsado por la simple osadía de mediar en lugares donde, de otro modo, no me aventuraría. Música exótica, alta, muy alta; gente sola, mirones y mujeres gordas. Fui víctima de sus miradas que, seguramente, me reprochaban mi falta de tinieblas. - ¿Qué va a tomar? Espetó en mi cara el camarero, negro cual azabache. Al fondo sonaba  música rapsoda de timbales y el olor a incienso y sudor se mezclaban en mi nariz. – Ron negro y cola, respondí. Busqué con mirada ansiosa en aquel cuadrilátero de sombras y personajes gastados por lo cotidiano que daban la impresión de haber estado allí siempre. Jamás hubiera entrado en aquel local, pensé para mis adentros. No fue por casualidad que aquel día fuese fuego y calor de verano. Amir tenía veinticuatro años, rostro sinuoso,

Señor de lo Imposible (Carta a Dios)

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Señor mío, Tu que eres luz en las tinieblas, que sabes del sufrimiento y del dolor propio y ajeo, que te miras en todos los espejos, que de todo te sirves y te sirven en todo; pues todo y Tú se dirá siempre igual. Mi amado Señor, Tú que estás y que no estás, que lloras y que ríes (a veces a carcajadas en liturgia) que amas en el despropósito y eres amor propio y ajeno. Que de todo sabes, pues estas donde nadie se aventura y escondes aquello que el hombre pretende. Eres más verdadero que cualquier mentira; pues te nutres de la misma vacuidad (que no de la nada) en el amor, en el vacío, en lo inmenso. Allí, sufres y nos sufres y nos das y robas el sentido que tanto buscamos y estas en todos y en nada. El Dios de las bendiciones y el del castigo, para otros pura fe; por siempre irreverente y benigno, codicioso, juguetón, divino en la indiferencia y maravillosamente cara y cruz de nuestra pena. Me nutro en tu misterio, del mío propio y Tú, bendito Dios del amor, rostro que besa sin ser vis

El Mar

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Escucha como el viento me llama galopando Para llevarme lejos. Deja que todo pase, que todo sea, Mientras que yo, bajo los grandes ojos de la noche Pura levedad efímera Descanso en suspiro el tacto que nos templa. No es cierto que olvidé el amor oscuro, El roce perfecto de la fugacidad... El amor es del mar, a veces. Pasa y se lleva al menos cinco cosas, Cinco acentos, cinco temores todavía: Uno es un beso fugaz (beso de primerísima vez), Lo segundo, un suspiro acompañado de un leve escalofrío. Un rayo que atraviesa la razón es lo tercero. Lo cuarto son tus ojos, azules y perfectos Como dos horizontes callados. La quinta cosa es aquella que me impulsa a escribir Y reside en mi pecho. El amor de los marineros es fugaz, ya otros lo cantaron. Del primero al último del más elegante al ultramoderno, Los poetas amaron la fugacidad Y la expresaron con tinta derramada. En ese pasar se gesta la suerte de una verdad chiquita Redonda, sinuosa y huérfana que alimenta todo presente. Los marine

101 Kid

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A Darío Mikonos, 1988 Viniste a robarnos la inocencia en un solo día. Nadie dijo tu nombre de forma más tenaz, más verdadera que durante aquellas tardes, al sol de nuestra presencia; cansancio de un verano que aún hoy se repite. Tomaste, carne y materia e hiciste aquel chiste fácil de muchacho indolente que tanto fastidio me causó. Yo era un espejo entonces; donde los muchachos reflejaban su indolencia y asombro; al abrazar a quien fui con apenas veinte años. Vivimos noches insomnes al son de besos y de abrazos. Confesiones que hoy no pretendo revelar. Hay tantas voces por cantar, tantos cuerpos que profanar y tanta egolatría mal administrada - pensé -. Al día siguiente de tu llegada, toda la casa ardía. Todo era fulgor y luz. Nadamos en la piscina. Del salón a la cama, de la cama al arenal, de la ducha a los abrazos… y ese calor que nos elevaba sin cesar. Dijiste - He traído mi pijama de rayas - y yo te miré con recelo, envidia y algo de rebeldía pues, cómo no sucumbir ante tan

Ególatr@

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Vivo del humo y del aire, De un suspiro que salio de tu costado. Me pierdo en los espejos, Mudo mi talle en las laderas de los ríos Y con los deseos, hago espadas Para luchar en los mejores torneos. Busco el humo de tu mirada Me alimento con cada sílaba robada. Nada es mío, nada me pertenece; Soy por ende en los demás: Animal de la noche. Vampiro de la mañana. Nada creo que no haya consumido antes. Juego al cerco y al laberinto; También la derrota me tienta a veces. Nada me es dado: Ni la belleza siquiera. Ó la fama de fauno… Nada es mío. (Tú has puesto en mí todo lo que quedaba de ti) Ven, toma este cuerpo que no es mío, Que no es dádiva, siquiera. Me muestro en todo y me presto al deseo. (Sólo por el placer de mostrarme, y me vanaglorio por ello) Atravieso los espejos de tus ojos que son un sendero huidizo. Tampoco ese mérito es mío. Soy tu holografía acariciable, visión de un mundo virtual y canalla. Aplaudid, aplaudid… ¡Con júbilo os bendigo! He robado tu deseo -¿lo sabías?- Lo he

Planeta Imaginario

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Allí donde imagino el mundo está la paz de tu suerte, el cálido calendario, la máquina de escribir gastada por el uso de lo cotidiano. la taza de café o el portafolio donde recomponer mágicamente mi mundo y tu mundo recordando mi silencio en tu silencio y mi ensueño acurrucado. Allí donde imagino el mundo la paz es una suerte de virtud y la virtud el lugar predilecto de los hombres. Allí donde juegan a buscarse la fe, el amor y la muerte; descansa esta suerte de poema conjugado. Donde el mundo me lleva justo a tu lado, donde ser más verdadero y donde cumplir con júbilo la suerte que me atenaza. Es allí donde juega la esperanza al trazado de predilectos pensamientos. Los sapitos del asco las virtudes todavía frescas juegan a encontrarse allí; donde cede el diccionario. Donde mi cuerpo buscó tu cuerpo, donde la fe rompió un día los espejos. Donde jugamos a ser libres al querernos; existe un destino adormecido un universo de palabras y un te quiero arrinconad