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Mostrando entradas de marzo, 2016

FUIMOS ALGO (nuevo)

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La sombra de tu cuerpo se asomó callada y sola  al océano de mis abrazos. Mas, fueron otros esos días... Entonces, espasmo y fulgor se rozaron, otras fueron las miradas, otros, los besos merecidos. Dimos fe de nuestra verdadera andadura hasta aquel momento amargo donde se rompen los deseos, momento funesto de nuestro adiós.  Dijimos quién éramos entonces y fingimos no ver a nuestro alrededor, fulgor y amianto en desmesura, y la lanza o el puñal que se avecinan. Dejamos pasar minutos callados y lentos en nuestro adiós; algo de añoranza también, y el rubor de aquel primer beso... Un universo perfecto se ha creado para ser consumido por nosotros. A nte tanto asombro, nacieron versos y palomas nuevas comieron de nuestra mano, otra vez.  El asombro era lógico entonces. Un universo perfecto se cerró después. Una palabra sola, una sílaba bastaron para decir, que si fuimos algo, no todo lo vivimos. No importa,  si he perdido mi tiempo; no todo lo perd

VIERNES SANTO | Carta a Jesús (nuevo)

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Llámame iluso Señor, por creer en ti todavía. Hoy que todavía eres ese algo al que agarrase en la caída. Llámame iluso, rey de los judíos; ya que mientes con franqueza y enconada emoción, pues somos el redil de tu rebaño todavía virgen, todavía corrupto . Somos la imagen febril de tu cuerpo en carne, abierto y clavado en la cruz de tu cetro. Somos el alma todavía sin rumbo de tu orilla, el puente que une son de tambores y luz de miradas encendidas. Si decido escribirte, no es por torpe idolatría, sino de pura debilidad: sólo el fuerte sabe que de allí proviene su firmeza. Yo también quiero estar -como ya lo estoy ahora-, clavado al madero bajo un INRI que merezca luego misas y templos, llenos de vacua fe. Arrastramos la esperanza, como Tú aquel madero camino de tu destino. Sé que Tú solamente templas la fe quebrada de aquellos que hacen de ti símbolo de su esperanza, noche de su pena y justificación del alma. Pero yo, que de Ti no soy ya nada; quiero escribir esta cart

EFÍMERO (nuevo)

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Quisiera saber de las cosas que carecen de explicación lógica, las cosas del corazón; aquellas huérfanas de razón: de las historias de amor que se nutren de esa efímera belleza. Ser y no ser a la vez es posible, también los son la esperanza o la pasión..., el amargo desespero de saberse en boca de quien amas y no poder abrazar su cuerpo. El mundo se parece a sí mismo en todas partes. Todos lloran, también ríen algunos; igual allí lo mismo que aquí, dentro o fuera de este laberinto; el amor pasa con sigilo y traza con fuego un nombre que no se repetirá. Costumbre siniestra del destino, de hombres y mujeres, de jóvenes y de ancianos; de todos por igual bailando este frenesí de mero existir. Y es por el pasar de las cosas que pasan, que quise fingir tu nombre y no pude, quise olvidar tu efímera sonrisa, y no supe. Tampoco hoy el amor se parece a ti. Mas tuve tus besos rozando mis labios y tu mirada de pura distancia, ahogada en esta lejanía; tan lejos y tan cerca de mi pasión

EFEBO | Un poema preciosista (nuevo)

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Deberían prohibir dejar ventanas abiertas, es un modo tan sencillo de partir. Pero aquí, junto al mar, el suicido sería humo y yo me perdería el fasto de un cuerpo hecho para el amor. Dime su nombre viento, dame al menos, el ópalo de su boca, la oblicua curva de su axila: el veneno de su partida. ¡Y cómo se enreda el mar entre tus piernas! en esta tarde veraniega. ¡Quién fuera esa gota minúscula que le roza y forma huracanes de amianto entre sus rodillas! Dime su nombre, viento, y si es posible trae un poco de ceniza; un pedazo de mármol y una cruz para su ausencia. Viento no sólo brisa me traigas que si ha de venir, roce mi frente ilesa todavía con un pensamiento errante.  Se sabe bello, ejerce y te somete con la mirada. La indiferencia no le toca. Sin embargo: ¿por qué puedo ver sus ojos de infante, profundos como el hades?  Efebo atlante, que surgiste del mar una tarde de mediterránea esperanza. Devuélveme los ojos que te llevas, destino, de aquel muchacho que se qu