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Mostrando entradas de noviembre, 2016

POEMA DÍSCOLO, versión definitiva

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POEMA DÍSCOLO No te gusta que no sepa la verdad de nada, que no invente misterios, que ignore los nombres y apenas las formas recuerde. No te complace que me rían las mentiras, que no compre pena y me fume la ilusión: que no robe palabras. No te crees que camine sobre brasas, que no me sacie de vida ni me complazca la nada. Y te molesta que no use los codos, ni sienta malicia, ni envidie o ame tan poco. Te desconcierta que resista todavía, que nada me importe, que sólo atienda al qué y no al cómo. Te incomoda mi vida y no comprendes que me ría de la tuya, la soporte que la acepte, la comparta. No te gusta que no quiera ser el jefe, ni disponga más que de calderilla: que no precise de más porque sospeche indefenso que menos es más y más es menos.

LA SUTIL LEVEDAD DE DOS AMANTES, versión definitiva

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LA SUTIL LEVEDAD DE DOS AMANTES Los dos están desnudos sobre la cama sola, y no saben que la vida este instante no repite. Los dos, jóvenes y mansos, compiten con el temor y la duda. Ignoran que la vida no sabe nada, y menos aún esta sucia sociedad idiotizada. Ellos aman los instantes de sus cuerpos con ternura, con respeto, con furia y fuego, con alivio… Y se aman en un beso de eternidad que no se acaba. Los dos están desnudos y no saben de silencios. Ignoran que mañana ese amor será inconcluso, levemente incomprendido y amordazado a la nada. No es de ellos —no señor—, la flecha y el odio que les cerca. No son suyas las hipócritas palabras: los chistes, las risas, los insultos o acaso la sucia envidia. Envidia por ser únicos, bellos y distintos. Distintos, como cada quien es en una sociedad que inventa la flecha y el veneno que les mata.

ZAPATILLAS PARA EL CIELO | a Gloria Fuertes (versión definitiva)

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ZAPATILLAS PARA EL CIELO | a Gloria Fuertes Me gusta la vida que dejaste, acompasada y terca, revuelta de loca ensoñación y migajas de realidad. Me gusta ya no encontrarte en mi cama cuando me marcho al trabajo, no pagar tus facturas. No recibir tu correo, ni limpiar los pelos que dejas en la ducha: ¡eso me gusta! Del olvido y la felicidad ya ni me acuerdo: el dolor y el odio se fueron disipando, como la voz y el eco que los repite. Soy la piedra que se lanza al río y se la lleva el agua. Un canto rodado, un buscador de luz y pedernales. Eso sí, me compré unas zapatillas nuevas y un hatillo: ¡Me  han dicho que con eso basta para ser feliz!

ESE TIRONCITO DE CORBATA, versión definitiva

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ESE TIRONCITO DE CORBATA Viniste a llevarte el tiempo: “ he traído mi pijama de rayas ”, dijiste. A batirte en duelo con la vida, con el Cuélebre y el Fauno, con el Grifo y el Basilisco: en intrincado misterio viniste. A juntar la sombra y el hálito de la pasión, a borrar mis días y beberte mis noches: a eso viniste tú y los tuyos. Que no al amor en fronda, a regalar pasión y maravilla o dulces besos, también. A tenerte que marchar todos los días por la angosta estrofa de un poema, y al olor que luego dejan tus besos de loco enamorado —distraído todavía—. Y dijimos sí, que luego era no, y al final fue que sí. A eso viniste: al cerco y al sueño. Al roce perfecto y fugaz, y al deleite errante de mis días. Mas, cuando subido a mi espalda, pegado a mis pecados te derramas, un ruiseñor inunda el campo en llanto y los ángeles recogen todas las estrellas, pues tú las eclipsas con picardía. Camarada, ¡loco de la pasión!: ¿Quién fuera alma tuya? ¿Quién tu piel aterida,

UN NIÑO PALESTINO DE SEIS AÑOS | para Angélica Liddell (versión definitiva)

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UN NIÑO PALESTINO DE SEIS AÑOS | para Angélica Liddell Yo no sé qué hace falta para ser necesario, y si lo supiera no te lo diría. De repente, la nada se hace necesaria como las balas que matan, como el dolor y la muerte: ¿necesarios? ¡Yo no sé qué coño hace falta para ser necesario, y mucho menos para ser una buena persona! Hoy he visto matar a un niño palestino de seis años. Un hombre corpulento y de uniforme le doblaba el cuello, subido a sus espaldas. Como el dolor y la muerte: ¿necesarios?           ¡Yo no sé qué mierda hace falta para ser necesario! No creo en el hombre que puede matar. No comprendo cómo se puede matar a un niño palestino de seis años. Hoy ya he vomitado tres veces... Me siento sucio, descreo: lloro y vomito y todavía no sé qué hace falta para ser necesario. Pero intuyo que si tú no lloras, vomitas y descrees, entonces estás muerto, y mi poema no te alcanzará. Yo no sé qué hace falta para ser neces

SÓLO a VECES, sobre los ángeles (nuevo)

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SÓLO A VECES   (sobre los ángeles) A veces y sólo a veces, un ángel visita mi casa.  Ellos nunca saben que les debo la dicha: la dicha de ser otro, distinto a veces... Sí, un ángel visitó mi cama.  Son entonces tiernos sus pasos y el hálito de mi pasión enloquece. El miedo me tienta y susurra al oído: " Sus alas de pluma son el deseo de los dioses ". El amor, como la pasión en su fronda, adolece de hermosura sino es compartida, compartida con ellos que son el mismísimo amor. Ensombreces, adoleces, amas, y feneces. Lo sabes: e llos son del mar  y regresarán a la manada. Sí, a veces  un ángel visita mi casa: s ólo a veces.

NOCTURNIDADES (versión definitiva), Noviembre 2016

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NOCTURNIDADES Trabajas en los trapecios de la noche y de la bruma. Se inquietan las estatuas que ven tu paso. Te envidian porque posees un alma, de nobleza y oscura soledad que a ellas falta. Te rozan los duendes y el flash de la memoria: doncellas sin flor, hombres sin corona. Todo tú, manifiesto eunuco en trifulcas,  bares y sesiones publicitarias.  Tomas las mil formas del deseo:  a manos llenas te llevas el alba.  “Hace mucho que sigo aquí”,  me susurras al oído. A tu llegada, ya en la ciudad secreta de Sforzinda,  de repente agotado y solo estás  ante tu particular Reino de Taifa.  Todos se intrigan al verte,  todos te rondan, te pretenden.  Vendes humo a tu paso, y el esfuerzo no te cuesta, ni te daña la nada. Mas luego, ileso y cansado; te has ido mientras se apagan los excesos, se duermen los últimos borrachos, se abren los colmados y el alba te roba todo el glamour. Como los pájaros cantas con voz prudente y silbas como sabiendo que la soledad no

"PRESCRIPCIÓN FACULTATIVA" | a Luís Muñoz

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"PRESCRIPCIÓN FACULTATIVA" | a Luís Muñoz                                                                                                           No a evitar la entrada.  Aprendemos si acaso  a encontrar una salida. en " Manzanas Amarillas ", Luis Muñoz Salida que a buen seguro indique el camino más fácil. Fácil como la duda que te asalta, la pena que te embarga, el hastío que sabes no es cierto. Evitar la entrada.  Tensar la flecha en el arco. Domar el deseo. Ignorar que la verdad está en lucha contra la dicha, con tu verdad que, huelga decirlo:  es verdadera sólo para quien así lo crea. Hacia tiempo que el deseo no tomaba la forma de humano. Tan sólo era un vago ansia de fornicar, algo abstracto: prescindible. Yo no te esperaba en aquella hora cierta de lo imprevisto. Tú juegas. Ignoras que detrás de todo tiempo aguarda el deseo... é ste no sabe de juegos. No evitar la entrada... " Una cada ocho horas, sólo si hay