Decir Acaso



Tengo que decir que sí, me gustó tu sonrisa de muchacho a pesar de tus casi treinta y cinco años. Te dejabas llevar por el aire y la bruma. Buscabas el olvido y viste en mi, la isla del tesoro, la ciudad sin mapa; el amor correspondido. 

Tengo que decir que eras guapo, italiano, alto y desaliñado. Un tanto tosco con manos grandes y ojos de ruiseñor. Eran el juego y la dicha, entonces. Tentación acaso peligrosa para mi y azarosa para ti -Vienes, te invito-

De repente, ya en casa, tomamos cerveza y prisa. Se cruzaban las miradas como balas recién salidas de un arma. No tocarte, sólo mirada y tiento. Me besabas en la nuca como a un colega desangelado, sin fe. ¿Qué luz te trajo hasta aquí?

Te fuiste como el viento, polvo de estrella y frío. 

Tengo que decir que no recordaré tu nombre y que la bruma y el olvido llenan mi casa como la duda llena la tuya y por si acaso tengo que decir que tu decisión me dispensa del dolor.

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