EL PERFUME: DÍAS DE 2012


Otra vez te vi rodeado de auroras boreales y soles, alguna nube turbia y toda la noche por delante. Te vi roer el tiempo ignorante de que exige tesón y no sólo belleza. Álgido como una gacela en movimiento, proclive a servir amor y copas al primer cliente de tu corazón. 

Te vi siendo el hombre de tu mañana e intuir con astucia de lince, lo que más tarde aborrecemos por el hastío de los días. Me preguntaste el nombre mientras servías dos unidades polares en un Martini. Te hizo gracia la argucia de nombrar así el hielo... tu mirada me quemó por dentro. 

Tomé un sorbo y te devolví el mismo tácito mirar milimétricamente intencionado y entonces, dejamos de ser visibles para el resto. El local se iluminó y descubrimos que la noche es aquello que sólo tú decides que sea (también yo). 

Amaneció nublado en la ciudad, los cafés abrían y lloviznaba. Respiré el aire fresco de abril mientras regresaba a mi casa. Me olí la mamo donde apenas tu apretón dejó un aroma a leve perfume: tengo que volver y preguntar tu nombre.


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