Ese Tironcito de Corbata (revisado)
Viniste a llevarte el tiempo: -he traído mi pijama de rallas-, dijiste.
A batirte en duelo con la vida, con el Cuélebre y el Fauno, con el Grífo y el Basilisco; en intrincado misterio viniste. A juntar la sombra y el hálito de la pasión. A borrar mis días y beberte mis noches: a eso viniste, tú y los tuyos. Que no al amor en fronda, a regalar pasión y maravilla y dulces besos, también
(a eso, no).
A tenerte que marchar todos los días por la angosta estrofa de un poema, y al olor que luego dejan tus besos de loco enamorado (distraído todavía). Y dijimos sí, que luego fue no y al final; era que sí.
A eso viniste, al sueño y al cerco. Al roce perfecto y fugaz y al deleite errante de mis días. Mas, cuando subido a mi espalda, pegado a mis pecados te derramas, un ruiseñor incendia el campo en llanto y los ángeles recogen todas las estrellas pues tú, las eclipsas con picarda.
Camarada, ¡loco de la pasión!: ¿quien fuera alma tuya? ¿quién tu piel aterida?, para robarte los días que vendes a las gacelas; en el cielo de tus días. Si yo pudiera (que no puedo), te robaría las horas de todos tus momentos y compraría por un puñado de besos, el tiempo que te daría.
¡Ay! corazón errante, gacela sombría; que te llevaste mi alma a donde yo no quería.
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