LA SOGA (Revisado)


Se saben ciertos, se apoderan de la verdad con sus almas vacías y vacuas. Apabullan y ensucian los ambientes, de forma que, cada libro que leen, cada frase aprendida; justifica su maldad. Sí, son ellos. Son ellas, también. 

Se temen a sí mismos, tienen tanto miedo que sólo desean mandar, dominar y justificarse ante el perro que ladra la ponzoña de sus sueldos.

Un día, ya no serán; estarán muertos. Juguetes rotos que viven como si no lo supieran: ¿a qué tanto dolor? ¿para qué tanto miedo?: deja a las flores ser flores. Permite la vida y deja vivir. Mide tu miedo y no lo vendas por las esquinas del temor.

Se saben ciertos, y empuñan el arma de la avaricia, asomando por cuarteles generales, detrás de sus escritorios; escupiendo rutina y malicia. Visten de Prada y  tejido tweed. Comen del hambre que roban al mundo (no les dejan ni eso).

 Sí, ellos son. No tú, yo no.

Se saben ciertos, y me piden y repiten que sea otro, agarrando la soga a mi garganta en forma de voto. No saben que mis manos gritan y denuncian escupiendo sobre su falsa moral, verdades que les dominan. Ignoran que mi alma está hecha de agua limpia y lo peor: no saben que, lo caduco por venir vaticina mi triunfo.

 Sí, se saben ciertos..., por poco tiempo.


Santiago Calleja Arrabal 
(Diciembre, 2015)

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