La Felicidad que Transita (poema revisado, 2009)
Buscar la felicidad que nos eleva, nunca la que nos acomoda.
Dejar los ojos entre líneas de libros esquivos,
Borrar las zanjas del pasado.
Olvidar el dolor.
Olvidar quien lo causó.
Buscar una felicidad lúcida, nueva, iconoclasta;
Que nos trascienda y nos atribuya al hacernos sentir
Partícipes y plenos ante un mundo que quizás no nos comprenda.
Olvidar siempre, olvidar todo; respirar de nuevo y borrar de los corazones
La ponzoña del veneno y el rencor.
El amor es así: “Hice lo que tenía que hacer” – En verdad, ¿eso hiciste? –
Tu partida fue el mejor regalo que jamás me hicieran. Olvidar, olvidarte, olvidado….
Conjugo con gracia las fuerzas de la memoria y me mezclo con ella.
¿De veras pensante que tu mediocridad de necio me tocaría?
Olvidar, olvidado, olvido…. Rueda y conjuro permanentes.
Cantar al Universo, con la garganta mirando hacia las estrellas: nuevos amores, nuevos universos, muchas posibilidades venideras.
Cuerpos nuevos que transitar con gozo y la ternura que ignoraste ya pertenece a otro.
De nuevo: olvido, olvidar, olvidado… Rueda de los muchachos, ciénagas del alma.
Buscar una felicidad que sea, acaso una cama, un hogar en reposo, unas manos amigas;
Mas no el timón de tus mentiras o los sapitos del asco de tu memoria.
No, lo absurdo que me diste;
Nunca el egoísmo transitado de tu empeño (siempre a mi costa)
Por fin, encontrar la felicidad que nos eleva, mas nunca la que nos acomoda.
Santiago Calleja Arrabal
Imagen de Luizo Vega
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