AERIAL | Lejos Del Cielo (revisado)
Lejos
del cielo observo tu mirada firme, como un horizonte partido y pido a Dios que
nuestro amor nos haga mejores. Lejos del cielo, entierro esta alma y este
abrazo consumidos. A sorbos lentos lavo el corazón de todo pecado, de todo
azaroso pasado. Estamos tan cerca y tan lejos de la dicha…, tan cerca y tan
lejos de todo paraíso, del odio y la desdicha… Aquí, lejos del cielo; el amor
se consume con gozo amargo y los días son sólo días, o bien, la sombra de un
pasado que quizás quisimos olvidar.
Nada
nos cerca ya, nada nos limita o nos paraliza. Y no es cierto que seamos una
torpe repetición, una simple variedad de nuestro vacío, –no es cierto que el
amor ya no exista, aquí; lejos del cielo–. Somos los hijos de la infamia,
rotos, abandonados, al amparo de toda dicha venidera. Hoy resido en el favor de
los extraños, otra vez… Somos sólo aquello que un día imaginamos, lejos del
cielo, lejos del odio y de la cólera, el tiempo nos templa y siempre gana.
Te
iluminas con tristeza, tu sonrisa y tus ojos cansados, pero aún con viveza, me
emocionan. Tomo tu mano, tomas la mía, jugamos al gato y al ratón y el mundo
nos mira –sentados en este bar–, como se mira a las estatuas de sal; figuras de
un mismo decorado. Todo sucede hoy aquí: lejos del cielo nos enamoramos.
Y
por crear, creamos el cielo en el infierno, la dicha en la gloria y el amor; en
el abrazo. Todo nos devora, todo nos atribuye y ya nada nos toca. Ojalá que
estos días sean de pan y gloria. Ojalá las puertas cerradas se abran como
muslos en flor, como hombros de porvenir. Que los días dejen de contar lentos
como un reloj de arena: un día seremos únicos, aquí, lejos del cielo.
Caminemos
este sin fin camino, obliguemos al destino a ser otro, distinto; cualquiera….
Lo dije antes: “lejos del cielo observo
tu ojos duros, como dos horizontes partidos”; al evocar en la memoria, el
lugar que sólo tú denotas.
¿Sirvieron
de algo aquellos días? Sí, iluminaron mi alma de enamorado la fuerza de tu
abrazo y el calor de tu mirada. Ven, caminemos juntos hacia nuestra vida.
Despertemos: – ¿Lo ves? – Las luces se han encendido. Ahora somos invisibles
aquí... lejos del cielo.
Imagen del artista Jon John
Texto por Santiago Calleja Arrabal
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