La Furcia De La Angustia

La furcia de la angustia llegó preñada de esperanza, como predijo Gloria Fuertes, la poetisa. La angustia, esa ramera que del olvido hace las maletas y que llega y se presenta en casa sin el menor rubor. Mete muebles, hace la cama con tino y envenenada malicia; llena mi alacena de azúcar y temor y se ducha todos los días y deja la ropa sucia por todos lados menos en el canasto.

Es la amiga nunca invitada, la indeseable de la angustia… Me envenena los versos con su ponzoña endiablada que se clava y se clava como puñal de plata. Quien me roba las rimas y revuelve el trastero de la imaginación dejando mis relatos hechos añicos y luego, como no sabe de nada que no sea de incordio; se marcha por un tiempito para habitar en casas ajenas.

A su regreso, siempre de madrugada, la angustia juega a tentarme y también al cerco no menos que al siniestro juego de sexo y oscura intención. ¡Ay mi ramera! Qué pronto llegaste aquella tarde, cuando apenas anochecía, si no fuera porque viniste ya preñada, preñada de mi esperanza… te echaría.

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