Dormir Con Un Ángel
Hubiera preferido no verte por dentro, no intuir tu ansia desolada, ni tu niebla, ni la luz que en ocasiones regalas. Pero no supe ser otro. Sólo pude ser yo mismo. Te llené de besos que del alma salían. Te escuché con tiento, con miedo, con emoción. Te amé un momento eterno. Y entre beso y beso, licor y polvo de estrellas, te alejabas entre extraños mensajes que a locura sonaban.
No supe ser sino yo mismo, tan cerca, tan lejos. Tu cuerpo y el mío igualados en la distancia. Dormidos en un juego de amor y ternura desconocido por ti. Mi alma llora a solas como todas las almas lo hacen, la ausencia que ahora sostiene. Qué valiente, qué bravo, qué dulce me parecías. Las horas en el reloj, abierto los ojos de par en par. Casi llorabas al hablar de aquellos que se marcharon. Me permitiste apenas amarte. Yo no lo hago: Tan cerca, tan lejos.
Dormir con un ángel tiene sus ratos buenos y sus desvelos, también.
(para C. a 15-11-2012)
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