TÉ DE MIRRA (revisado)



Me levanté de mi siesta con ganas de un té de mirra, galletas de limón y chocolate y una leve sensación de dulce pereza y gusto por la lluvia de tarde y primavera... 

Tú no estabas: no te eché en falta... porque nada me falta. 

Quizás sí…
Dame tu té de mirra
y de palabras solas 
— ¿recuerdas? —

Tu voz de ecos y dulces odas,
que no llegaron a buen puerto 
porque nacieron rotas.
Sin orilla, sin fuerza en el viento que las impulsa.
Así no se construye un amor”, observé.

Dame tu lima con el licor de tu boca
y el azúcar o la miel de aquel abrazo.
Sí, tu piel, tu luz… 

Por si acaso beberemos
té de mirra y luz de amianto.
Me levanté con ganas de un abrazo.

Sí, ¿té de mirra o llanto?
sólo por si acaso.

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