“Paisaje con dos tumbas y un perro asirio” - F.G. Lorca
Amigo,
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,
hijo mio.
Trajeron unas montanas de lacre rojo
y unas sabanas duras donde estaba el cáncer dormido.
El caballo tenia un ojo en el cuello
y la luna estaba en un cielo tan frío
que tuvo que desgarrarse su monte de Venus
y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos. Amigo,
despierta, que los montes todavía no respiran
y las hierbas de mi corazón están en otro sitio.
No importa que estés lleno de agua de mar.
Yo ame mucho tiempo a un niño
que tenia una plumilla en la lengua
y vivimos cien años dentro de un cuchillo.
Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.
El aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios.
Ya vienen hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!
Se acerca. Gime. No solloces en suenos, amigo. ¡Amigo!
Levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Federico García Lorca. Extraído de “Poeta en Nueva York”. 1929-1930.
Nota: Imagen desconocida de Lorca durante su estancia en Cuba, el muchacho que le acompaña sugiere ser uno de los amantes que conoció en la isla, pero se desconoce su identidad.
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