EL CUARTO DE LEO (revisado)
Todo
pasa en el cuarto de Leo. La niebla o el olvido, una abeja y un suspiro
conviven juntos sin el menor rubor. Cuando apenas soñoliento visito su cuarto,
luego que regresamos de una noche loca de encanto, Leo pone su mano en mi
hombro, se acerca al oído y me susurra: “todo
pasa en el cuarto de Leo”.
Me
gusta despertar entonces abrazado a su torso que, retorcido en la cama, juega
al disimulo antes de los juegos amorosos. Su rizado pelo negro es un engorro,
si de morder su oreja se trata.
Leo
hace fácil lo difícil. Habla con un encanto sobrevenido y sonríe con la mirada.
Cuando luego de un café salto a la ducha y me encuentro junto al desnudo
cuerpo, me siento dichoso de saber que en eso consiste la felicidad.
No
sabría decir si placer o dicha, si duda o frío: cuando Leo reposa su cabeza en
mi pecho antes del profundo sueño, comprendo de repente el porqué de todos los
poemas y la razón de todos los amores olvidados.
Sólo
él hace que la realidad se disipe entre sus besos.
Texto: Santiago Calleja Arrabal
Imagen: sin permiso de su autor
Muy bello ¡😘😘
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