UN RÍO DE CUBA, nuevo
UN RÍO DE CUBA La madre se propuso salvarlo de todos los peligros. Para ello tapió puertas y ventanas, allanó el camino del cuarto que desde la ventana ofrecía la iglesia. El padre se propuso hacer de él un hombre de provecho (que no de bien). “ El pan de tus manos y el madrugar de tus días te formarán, evitarán tu cobardía ”, le repetía. El hermano pronto le llevo a los prostíbulos donde él (sin saberlo nadie), leía sus poemas y preguntaba sobre lo humano y lo divino a aquellas mujeres sabias. Nunca copuló con ellas, aunque disimulaba. Un día se levantó pronto, la casa de la Habana vieja en silencio: el suelo plañido y pulido de pasos, las creencias y los espejos tapados con paños viejos le impedían ver su hermosura. Él sabía de lisonjas e intuía los abusos y las ofensas… Y cómo explicarlo: jugaba al disimulo. Otro día, un colibrí de cola ancha picoteó en su ventana. Tapiada no pudo verlo. Ni oyó tampoco el sordo ronquido de
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