EL MAR | a Pablo Neruda (new edit 2018)





Escucha como el viento me llama galopando
para llevarme lejos.
Deja que todo pase, que todo sea,
mientras yo, bajo los grandes ojos de la noche,
pura levedad efímera;
Descanso en suspiro el tacto que nos templa.

No es cierto que olvidé el amor oscuro,
o el roce perfecto de la fugacidad...
El amor es del mar, a veces.
Pasa y se lleva al menos cinco cosas,
cinco acentos, cinco temores todavía.
Uno es un beso fugaz —beso de primerísima vez—,
Lo segundo, un suspiro acompañado de un leve escalofrío.

Un rayo que atraviesa la razón es lo tercero.
Lo cuarto son tus ojos, azules y perfectos
como dos horizontes callados.
La quinta cosa es aquella que me impulsa a escribir
y reside en mi pecho.

El amor de los marineros es fugaz, ya otros lo cantaron.
Del primero al último, del más elegante al ultramoderno,
los poetas amaron la fugacidad, y la expresaron con tinta derramada.
En ese pasar, se gesta la suerte de una verdad chiquita:
redonda, sinuosa y huérfana que alimenta todo presente.

Los marinemos besan y se van.
Duermen con el mar un día;
al día siguiente, templan su ansia de ignorante leopardo.

Todos lo cantaron, todos sin excepción lo nombraron.
Basta ser y no ser para invocar su presencia,
ellos son la mismísima fugacidad:
llegan, besan y se van.

Su estela indica el camino que no seguiré,
la ruta sin mapa,
el azúcar sin amor.
Ellos llegan, besan y se van.
Son del mar y regresan, a la manada.


Nota:
De "Elogio del lado oscuro, 2010. Edición especial 
en "La pasión no tiene quien les escriba", 2018/2019.

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