Quiero ser Oscar Wilde

Yo quiero ser Oscar Wilde:

Salir de los armarios, royendo la madera sucia del tiempo.
Quiero ser el viento y la luz que salieron de sus manos y gritaron libertad.

Quiero ser Oscar Wilde, - sí, ya lo dije antes - y buscar mi alma en los espejos turbios del viento y romper los cimientos en los que fundamos nuestros deseos, nuestros anhelos. Proclamo que quiero y soy ya; Oscar Wilde.

Por ello, me enamoro en cada esquina de la belleza transeúnte y fugaz de algunos muchachos sombríos que recorren las callejas o los barrios más villanos de mi ciudad. Camino a veces persiguiendo a las ratas por sus alcantarillas, bajo los balcones en flor, en los sótanos de las cantinas de esta ciudad ardua y distante.

Juro y canto que con él, devengo en todos los demás para dejar de ser yo mismo. Me parezco a Walt Whitman, a Silvia Plath, a García Lorca, a Cernuda o Villena; al amado Kavafis… (Ellos vivieron y viven todavía en al absoluta ignominia y por ello perduran en un soplo que les hace inmortales)

Quiero a su vez ser, Tamara de Lempicka y Kate Bush; o bien su holografía acariciable: Lezama Lima y Marguerite Yourcenar. Mujeres y hombre únicos de única mirada. Su paso fue viento y canto y luego fue, un suspiro o un temblor, un ruego transmutado en abrazo o relámpago.

Quiero ser Oscar Wilde en las noches de mi ensueño. Al besar a quien fui con apenas veinte años… “aquel cuerpo turgente, embebido de belleza fugaz”
En este empeño, me bañaré desnudo en el mar, caminaré diciendo lo que sé y lo que vi; más nunca lo que deseo… El deseo es el cajón de sastre de todo poeta, es siempre algo irrevelable.

Al ser él, me convierto en todos los demás, en Celaya, en Gil de Biedma o Reinaldo Arenas… Poetas sin destino, marchitos, corruptos, magníficos o luminosos y por ello, todos y todas benditos por siempre.

Estoy tocado por un rayo que dejó en la razón su quemadura y que se llama, poesía.

Si tienes sed de palabras, este es tu lugar.

Quiero ser ellos, sin más...

Me atribuyo y me canto continuamente; pues ya lo dijo Whitman: “Quien abraza un libro, se abraza a sí mismo, toca a un hombre; inventa un origen” – No me odiéis más, tan solamente, dejadme ser quien ya soy.

Quiero ser Oscar Wilde.
Quiero residir en el olvido.




Texto: Santiago Calleja
Pintura: Bettina Bick
Julio - 2009

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