Cómo Pudiste


a Jaime, en silencio

Cómo pudiste decir
mi fiel amigo que un reflejo
no habita en el silencio.
Si un reflejo fue
aquel que ya no somos,
¿dónde si no morirán
los besos que no dimos?


Cómo pudiste decir
al son de horas gastadas
que la tristeza no es tristeza
pues el tiempo juega
en sus horas muertas
con los restos del naufragio.


Cómo pudiste,
si tu cuerpo de tangente atleta,
tu semblante álgido y viril,
desmienten tu esfuerzo por decir
frases que aprendiste de memoria
en libros esquivos.


Y a mí me alcanzó
la dicha de valorar tus tesoros.
Todo tu, afirmación rotunda
de frases cuyo significado
te está vedado,
por esos giros graciosos del cielo.


Todo tu, hecho de vigor
no menos que de dulzura
desmientes en un fugaz segundo
todas tus afirmaciones en ese gesto
ausente y sin hechizo.

Cómo pudiste tú;
decir que Cristo ya no era Cristo
que el cielo ya no era el cielo:
que el amor está en otra parte
y no aquí yaciendo a nuestro lado.




por Santiago Calleja

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