No es por Casualidad


Para Amir...
(verano 2011)

No fue por casualidad que aquel día fuese fuego y calor de verano. A veces, el destino nos templa y nos prepara la cama para el azaroso rostro del amor.

Tuve sed, entonces. Entré en aquel local impulsado por la simple osadía de mediar en lugares donde, de otro modo, no me aventuraría. Música exótica, alta, muy alta; gente sola, mirones y mujeres gordas. Fui víctima de sus miradas que, seguramente, me reprochaban mi falta de tinieblas.

- ¿Qué va a tomar? Espetó en mi cara el camarero, negro cual azabache. Al fondo sonaba  música rapsoda de timbales y el olor a incienso y sudor se mezclaban en mi nariz.

– Ron negro y cola, respondí.
Busqué con mirada ansiosa en aquel cuadrilátero de sombras y personajes gastados por lo cotidiano que daban la impresión de haber estado allí siempre. Jamás hubiera entrado en aquel local, pensé para mis adentros. No fue por casualidad que aquel día fuese fuego y calor de verano.

Amir tenía veinticuatro años, rostro sinuoso, como redondeado por la luna. Decir que era bello, sería poco. Imaginen un muchacho mitad atlante, mitad gladiador. Las manos pequeñas y ágiles. La mirada clavada a mi espalda. Sentí aquel impulso como una daga y en un instante me vi reflejado en unos ojos de puro azabache. Sublimidad absoluta, temperatura: 100 grados.
No fue por casualidad que aquel día fuese fuego y temblor de verano. ¡Qué va! Hicimos amistad aquella misma tarde, tú en aquel momento de plena juventud, yo en plena madurez. La vida es extraña y nos maneja a su antojo. No hay más excusas. Zanjamos el tema y antes que el amor nos reprochara nuestra torpe osadía, nos dimos un beso para callar así su infinita falta de lógica.


– No preguntes, dijiste
– ¿Lo ves? las luces se han encendido, ahora somos invisibles. Marchamos con el alba.


Ya lo dije antes, no fue por casualidad que aquel día fuese fuego y calor de verano. Ni que tu semblante calara en mí y como una mina; mi corazón saltara en pedazos. Fue todo y nada. Fue temblor y suspiro. Oasis, mar y playa, fue tanto y nada… Compre discos de música árabe en aquel bazar cerca de tu casa. Música que sirvió entonces para invocar tus palabras en la memoria, tiempo más tarde, después de que te marcharas.

– ¿Estás sólo?
Un gesto, un “no” por respuesta
Tus ojos, mirada nerviosa. Asentiste con la cabeza.
– ¿Quieres?
Carraspeo, duda. No fumo... gracias.
– No…Sé…Sí.


Ya lo dije antes, no fue por casualidad que aquel día fuese fuego y calor de verano y mi cuerpo vagara solitario sediento y en sed, ausente de voluntad antes de sucumbir ante ti plagado de dudas. Pasó el verano, mas no tu recuerdo.

Comentarios

Lo más leído

Amar sin ser querido (de Manuel González Prada)

COMO QUIEN AMA SU DOLOR (revisado)

EFEBO (Un Poema Preciosista), revisado

EN UN LUGAR DE FARFIRSA (nuevo)

YO REGRESABA (revisado)

EL PERFUME: DÍAS DE 2012

LINDSAY KEMP: el hombre que vino del cielo

PECATOR (Et In Arcadia Ego), nuevo

EL MUCHACHO GRIEGO (101 Kid), nuevo