La Joya y el Lama (Haiku)


El monje dejó de leer por un momento, se acercó al alumno y le pregunto: – ¿Por qué estás tan triste Damián? –, he notado que apenas te puedes concentrar. Estás ausente y con la mirada perdida. Damián, absorto, bajo la cabeza y con los ojos casi en lágrimas contestó al maestro: – Hoy no puedo concentrarme en la enseñanza maestro; estoy demasiado triste como para fijar mi mente en una sola cosa o en ninguna... Esto me hace sufrir porque pienso que soy un mal discípulo –

El maestro, levantó suavemente su cabeza acariciando su joven rostro de adolescente con sumo cariño, tomó su faz entra las manos (esto era algo casi inaudito, pues el maestro jamás hacía acopio de ningún contacto físico) – No debes afligirte, tienes que ser como la espiga de trigo, no como la caña de bambú; de lo contrario cuando venga el huracán la fuerza del viento te partirá –

Damián, ahora en lágrimas, se abrazó al maestro como a un padre: – No, no puedo seguir. Mientras medito vienen a mi mente innumerables imágenes y sensaciones del pasado. De gente que me hirió y ofendió… personas a las que amaba y respetaba. Entonces siento furia y debido a ello no soy digno de tí;  ni de tus enseñanzas –

El maestro, sin soltar un momento el rostro del muchacho le besó en la frente al decir: –Eres el mejor alumno que jamás he tenido. No te aflijas más – Entonces, le sonrió con la mirada y le dijo:

– Yo una vez fui joven también, me hirieron y ofendieron personas a las que amaba y respetaba; abusaron de mi buena voluntad:  “Mientras recogía las piedras que me lanzaban; me di cuenta que una de ellas;  era una joya”  – Considera esto –

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