El Perfume: Días de 1901
Otra vez te vi rodeado de auroras boreales y soles; alguna nube turbia y toda la noche por delante. Te vi roer el tiempo ignorante de que exige tesón. Álgido como una gacela en movimiento proclive a servir amor y copas al primer cliente de tu corazón. Te vi siendo el hombre de tu mañana e intuir con astucia de lince lo que más tarde aborrecemos por el hastío de los días. Me preguntaste el nombre mientras servias dos unidades polares en un Martini. Te hizo gracia la argucia de nombrar así el hielo... tu mirada me quemó por dentro.
Tomé un sorbo y devolví el mismo tácito mirar milimétricamente intencionado y entonces dejamos de ser visibles. El local se iluminó y descubrimos que la noche es aquello que sólo tú decides que suceda (también yo). Amaneció nublado en la ciudad, los cafés abrían y lloviznaba. Respiré el aire fresco de abril mientras regresaba a casa y olí la mamo donde apenas tu apretón dejó un aroma a leve perfume: Tengo que volver y preguntarte el nombre.
Tomé un sorbo y devolví el mismo tácito mirar milimétricamente intencionado y entonces dejamos de ser visibles. El local se iluminó y descubrimos que la noche es aquello que sólo tú decides que suceda (también yo). Amaneció nublado en la ciudad, los cafés abrían y lloviznaba. Respiré el aire fresco de abril mientras regresaba a casa y olí la mamo donde apenas tu apretón dejó un aroma a leve perfume: Tengo que volver y preguntarte el nombre.
increible
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