CELEBRACIÓN DEL LIBERTINO | a Luís Antonio de Villena (revisado)
De
tu celebración se evaden los osarios,
sepulcro
de tanta ira,
de
tanto amor amargo y lucidez.
El
mar se pierde y el otoño
no
acaba de llegar.
Y
cierras tu pecho,
como
la noche se queda sin estrellas.
Como
un vino añejo que nadie bebe:
mártir
de tu cordura,
locura
de tu razón.
Amaneceres
y afanes, la soledad sólo quema.
Un
amor que no comprendió nadie,
sin
la prudencia del bosque
sin
canto de pájaro, sin rayo de luna,
y
quema todavía: esa herida quema.
Sueño
solo, de amor solamente roto.
Partes
de un límite mío
seguro
de creer —amigo mío—.
Y
lo real que ya es ficticio,
derrama
su retorno sin frontera
por
la entraña tierna de tus muslos
hechos
para el amor.
Y
un ser oscuro vendrá, y uno luminoso que lo vela.
Y
un ser oscuro tentará donde las iguanas cantan:
abajo,
en el río, debajo del puente...
Y
un ser oscuro lamenta tu falta de tinieblas,
y
un ser luminoso tu falta de estrellas.
Debajo
del puente hay un mundo de gente
que
ignora el color de tus estambres.
Y
un ser oscuro lamenta, mientas tanto,
que
seas el evadido, mas no el señor
o
el dueño de mis caprichos:
quien maneja en el cuarto
de máquinas
debería dormir su propio
sueño.
Texto: Santiago Calleja Arrabal
Imagen por Jon John
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