ABRIR LA TIERRA, 1ª parte (nuevo)


ABRIR LA TIERRA
(Parte Primera)


Darío significa: el que protege y ama de verdad.


Cuando Querelle abrazó con fuerza a su amante Darío, le susurró tres preguntas al oído: ¿y esa máscara? ¿y esa mentira? ¿y ese miedo? Darío tembló de emoción por aquel furtivo encuentro aunque no supo responder.

Querelle entonces tuvo que profanarlo con el ímpetu de un animal en celo, mas con la intención de un ángel. Al final, casi en un desmayo que estremeció todo su cuerpo de placer, volvió a proferir preguntas sobre el muchacho, quién gemía sin tregua y sin comprender aquel ansia, ni la intención de sus preguntas: ¿por qué vivir frente a los espejos?, insistió Querelle.

El muchacho le miro entonces fijamente, beso y abrazó el cuerpo de su amado, pero no supo responder. Somos alegres, felices, irrepetibles y únicos. De nada sirve que amanezcamos cada día al pie del patíbulo, que emulemos la realidad que asfixia el ansia de vida y con él la vida entera (repleta de sucia retórica), pensó Darío.

Más tarde, después de amarse una y otra vez sin descanso, Querelle se marchó, abandonó la alcoba y cerró despacio la puerta de la casa. Jamás regresó. Nunca supo de la respuesta callada del muchacho quien por no haberla expresado en palabras, provocó aquella inesperada y extraña partida.

Tiempo después, Darío recordando a Querelle, supo lo siguiente: El Grifo sufría. Cuando lo llamaban águila, sentía como león; cuando lo llamaban león, no tenía el valor de volar como las águilas. Aquella certeza le inundó de inusitadas dudas acerca de la verdadera naturaleza de su amante y sobre su propia contradicción.

Lloró entonces por no haber sabido expresar sus sentimientos. Sólo en aquel momento supo que: aquellas personas que engendramos en nosotros exigen no sólo un cuerpo o un deseo; anhelan conocer el sentido de la existencia cuando aman, son amores férreos y demoledores, por tanto aleccionadores.

Fue entonces tarde. 

Darío, encendió un cigarro con simpleza de muchacho abatido, rompió la foto descolorida de Querelle y juró entre sueños no volver a amar, jamás.



Luizo Vega, imagen
Sobre prosa de Abilio Estévez

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