La Mamma Morta
(a la "mamma" - sep12)
No era el miedo un pájaro aterido
Entre ocuras paredes
Ni el nocturno chirriar de la madera
O el ópalo radiante de la infancia.
Era el viento un vértigo exquisito entonces
Ante el altar purísimo de Mayo
Tu imagen ya gastada rezando, sentada ya en tu cama
La tarde ardía y tu fe mecía el miedo de estar sola.
Era un mantel de almidonado hilo tu bata
De ángeles plañiendo entre vainicas.
Eras tú, mi madre que abría los cielos y los mares
A golpe de ensoñación y encanto.
Cuántas tardes el rosario te vi rezar
Cuántas lágrimas calladas secaron en tus labios.
Y al preguntar siempre lo mismo:
“Hijo, qué quieres, son cosas de adultos”
Y mientras callabas.
Así era mi madre,
Abriendo su libro de prodigios: "preciosidades" -decías-,
Y era tu voz tan clara como un trozo de espejo
Clavándose en la almohada. Y esos versos que leías
aprendidos de memoria...
Y esos hermosos ojos de extremada dulzura
Abrumados por las penas y algún secreto ruiseñor
Nunca Poe, ni Bécquer ni el mismísimo Lorca
Pudieron compararse a la voz de mi madre,
Describiendo piadosas y elevadas plegarias
Para el olvido de los ángeles.
"La mamma morta" - María Callas, film "Philadelphia"
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