Misivas Del Corazón



De tu voz en reflejo me llega esta luz que es búsqueda y queja o llanto, mas parece sonrisa improbable, efecto de tu caucásico encanto. De su luz que es suerte no menos que esperanza, camino aunque atajo insondable, cruce de suertes y senda de esta razón; apareces tú en un espanto de pura causalidad o quizás de mera ensoñación. Allí estabas, ahuyentando la soledad de la noche como a las moscas del baño.

De la noche sin estrella que somos alguien nos sonríe y con su luz nos abruma el alma limpiando todo rincón con destreza inusitada. Paradoja que no cesa en su asombro. Que las estrellas se hicieron para dar luz y sombras también a las almas. Que aquello que llamamos “lo demás” es un “nosotros”.

Dormir un sueño de generaciones no es más que el destino huidizo de hombres que busca su sombra en las sombras y olvidan su luz. Es un ardid, lo dicen tu ojos azules de nórdica mirada que observan desde un rincón de la barra, donde los borrachos se emborrachan, los jóvenes se prostituyen por nada y los camellos venden al fauno de la noche, polvo blanco de estrella envenenada. Pero tú, todo ángel, todo cuerpo y mirada. Tú estabas allí para inspirar y mostrar el norte a náufragos y desertores. Sobreviviendo al la indolencia de aquel cuadrilátero envenenado.

De ti hacia mi sólo un signo intangible, infatigable: heroico. Porque mentir alivia y permite el descanso para luego continuar. Y al decir vida la vida aparece con sólo nombrarla en el angosto sendero de la imaginación o en el calor de un cuerpo, junto al corazón. Creerme, allí reside la dicha. La fuerza de las palabras está en la mente o en la intención del demiurgo que somos apenas sin saberlo.

Sólo quien sabe sufrirlo todo es capaz de entenderlo todo.

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